Nuestra mente es como un iceberg. Lo que está a simple vista sobre la superficie es nuestra parte consciente, es decir, lo que vemos y oímos, todo lo que pasa a nuestro alrededor, pero eso representa solo una pequeña parte de nuestro poder cerebral.
¿Qué vamos a ver?
La gran fábrica del subconsciente
La mayor parte del subconsciente está escondida bajo la superficie y podemos imaginarla como si fuera una gran fábrica con miles de empleados que trabajan día y noche, siete días a la semana, dedicados a hacer “realidad” lo que tú crees que es verdad.
El poder de tus creencias
Esa fábrica se encarga de producir lo que le hemos ordenado. Le hemos otorgado el poder para que NO haga realidad nuestros sueños y, en nuestro caso, que jamás lleve nuestro negocio hacia el éxito.
Su extraordinaria capacidad de producción la hemos puesto al servicio de nuestras creencias. Si tú crees que no tendrás éxito porque no fuiste a la Universidad; bueno, tu subconsciente siempre recordará que la razón por la que no triunfas es porque no fuiste a la Universidad.
El autosaboteo, tu enemigo interior
Si duda, existe todo un conjunto de creencias, de pensamientos limitantes que te están llevando al auto saboteo, que te impiden alcanzar lo que deseas porque, por otro lado, tú mismo no te crees tu historia, no te crees lo que de verdad quieres lograr.
Es indispensable que entiendas que, si no te dispones a sanar esa gran parte de tu mente, si no reprogramas tu subconsciente, siempre tendrás un enemigo interno en tu vida. Vas a caminar como si llevaras un ancla que no te deja avanzar, que te obliga a ir muy lentamente.
Reprogramar tu subconsciente es hacer que los miles de empleados de esa fábrica trabajen a tu favor, es transformarlo en un cohete que te empuje hacia adelante hasta alcanzar lo que propones en la vida.
Tu psicología como emprendedor
En los negocios, en el emprendimiento, un altísimo porcentaje del éxito tiene que ver con tu psicología. Poder manejar ese sube y baja emocional, los fracasos, las caídas y los golpes, la manera en que reaccionas ante las cosas que salen diferentes a lo previsto, hará la gran diferencia entre fracasar o tener éxito.
Aprender es importantísimo, pero sin la psicología correcta no vas a poder manejar esos zigzags de la vida y puede ser que sucumbas, que caigas y dejes ese negocio, ese propósito, ese sueño por la mitad.
“No existe mejor habilidad para los negocios que tu capacidad psicológica” Cita de Victor Hugo Manzanilla.
Nuestras emociones definen nuestro destino
Es nuestra naturaleza como seres humanos: definimos nuestra vida y tomamos decisiones en base a nuestros estados emocionales.
Es muy importante entender que nuestro destino, el lugar donde estamos ahora, se debe a las decisiones que tomamos; es decir, nuestras emociones nos llevan a tomar las decisiones que nos llevan a nuestro destino.
Pero, además, queremos controlar el destino. Queremos éxito, libertad, tenemos ambiciones financieras, deseamos viajar por el mundo y siempre terminamos peleando con las decisiones y poniendo a prueba nuestra fuerza de voluntad.
Ahora, si nuestras decisiones dependen de nuestras emociones, ¿no tendría más sentido ocuparnos de estas últimas, en vez de vivir forcejeando con lo que hemos decidido?
Cómo controlar nuestras emociones
Si nos parece difícil imponer nuestra fuerza de voluntad para respetar nuestras decisiones, controlar nuestras emociones lo es aún más, pero si logramos programar la mente para lograrlo, nuestra vida cambiará completamente.
Para controlarlas, comencemos por quitarle su carácter espiritual. Las emociones no provienen de “algo” más allá de nosotros, son causadas por ciertas sustancias químicas que nuestro cerebro genera y nos hacen sentir de una manera u otra.
Entonces, si logramos reprogramar nuestra mente que es la que estimula esos neurotransmisores, podremos tener una vida con mucho más optimismo, con mucha más paz, felicidad y dirección para tomar las decisiones correctas.
Emociones como el miedo, la rabia y el odio usualmente generan malas decisiones, al contrario que el optimismo y la vitalidad.
Las reglas del dolor y del placer
Tu cerebro hace dos cosas: evita el dolor y busca el placer; además, claro, de velar por tu supervivencia. Lo hace con tanto empeño que obvia las consecuencias.
Cuando, por ejemplo, decidimos someternos beneficioso plan de dieta y ejercicios, basta que tengamos delante una bandeja de dulces para que nuestra mente no lo piense dos veces y concluya: comerlos igual placer, abstenerse igual dolor. ¿Decisión? Disfrutar de los dulces. ¿Justificación? Aplazar la dieta para mañana.
Cuando suena el despertador a la hora de hacer ejercicios, se repite el proceso y gana la opción de dormir un poco más por aquello de “mañana me levantaré sin falta”.
El dolor a largo plazo un poderoso aliado
Sin embargo, a pesar de esos recursos de postergación que usa nuestra mente que no son más que auto saboteo, a veces se disparan alertas capaces de detenerlos. Siempre tendemos a dejar para última hora la declaración del impuesto sobre la renta por fastidiosa, laboriosa y por enteramos sobre cuánto tendremos que pagar (lo que la mente interpreta como dolor).
Hasta que llega el momento de pensar en la multa que nos espera de no hacerlo y el impacto que supondría en nuestro presupuesto. Entonces la mente procesa ese dolor de manera distinta, entiende que podría ser mucho peor a largo plazo que el que supone declarar con tiempo y prefiere darnos bríos para dedicarle toda una tarde al aburrido proceso.
La alerta de la multa es una clave importante para reprogramar nuestra mente: el cerebro ha preferido evitar las consecuencias económicas del peor escenario a largo plazo (el dolor más fuerte) al dolor inmediato del fastidio.
De igual manera, podríamos visualizar con la suficiente intensidad las consecuencias de no hacer ejercicio: sobrepeso, tensión alta, infarto, Alzheimer o invalidez y, por supuesto, dejar a nuestra familia en la ruina y olvidarnos de nuestros sueños y ambiciones.
Puede que resulten extrañas las visualizaciones en negativo (la mayoría pretenden lo opuesto) pero resultan muy poderosas para reprogramar nuestra mente y convertir la esquiva fuerza de voluntad en verdaderos deseos de hacer lo que tenemos que hacer.
Los pensamientos limitantes y las creencias
Los pensamientos limitantes son ideas que tú has transformado en creencias.
Las creencias son ideas que nosotros creemos que son ciertas porque nos educaron así, porque la sociedad dice que son así o por un trauma que hayamos sufrido que nos llevó a conclusiones incorrectas.
Lo que pasa es que esas creencias, en su gran mayoría, no son verdad; pero, en tanto creemos que son ciertas, nuestro subconsciente trabaja incasablemente para hacerlas realidad y auto confirmarlas.
Las afirmaciones positivas tu gran aliado
La buena noticia, es que podemos trabajar en nuestras creencias limitantes y para ello, contamos con un gran aliado: Las afirmaciones positivas.
Pero es muy importante trabajar en afirmaciones positivas con la suficiente intensidad emocional que te permitan visualizar dónde quieres estar, y visualizarlo como si ya estuvieras allí para reprogramar tu mente y lograr que tu subconsciente trabaje día y noche para llevarte por el camino que te llevará a donde deseas.
Te invito pues desde hoy mismo en trabajar en tu afirmación positiva, para con ella potenciar tu camino como emprendedor.